Definitivamente el cuerpo y la mente son mecanismos perfectos, por más estudios que se hagan nos maravillan como nuestro cuerpo ha ido desarrollando en todas las épocas y enfrentándose a un sinfín de obstáculos que se van presentando en nuestra vida, algunos muy dolorosos, que pensamos que no vamos a poder enfrentar, o no nos sentimos capaces para superarlos y seguir con nuestra vida.
La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, de muerte, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financiera.
A todos mis pacientes les digo que todos somos resilientes, y les explico, que es la capacidad que tiene el ser humano para sobreponerse a circunstancias de adversidad en su existencia. Por ejemplo, el duelo por la muerte de un ser querido, un despido de trabajo inesperado, el desamor, un periodo de soledad o el sufrimiento.
Desde el punto de vista de la psicología, la resiliencia es la capacidad de saber afrontar acontecimientos adversos de forma constructiva, adaptarse y fortalecerse al pasar por un suceso traumático, y seguir con tu vida, es superar el dolor y la ausencia, quedarse con los recuerdos positivos.
Alguien resiliente se caracteriza por ser introspectivo, independiente y por mantener cierta distancia emocional con los problemas. Asimismo, tiene iniciativa para emprender proyectos o involucrarse en actividades nuevas.
También juega un papel importante la capacidad creativa para buscar alternativas; además, la autoestima es fundamental, “debemos ser capaces de valorarnos y sentir que merecemos estar bien, aún frente a situaciones difíciles, es decir, sentirnos seguros de poder afrontar la adversidad, reconociéndonos en el derecho de estar bien”.
Los individuos somos capaces de sobrevivir gracias a que, de una u otra forma, somos todos resilientes. Desde el vientre materno, la vida es una victoria ante la adversidad; el nacimiento, los primeros 100 días del bebé, la infancia, la juventud… por eso la frase “Somos como semillas sembradas entre asfalto”.
La resiliencia Psicológica hace referencia a la capacidad mental de adaptarnos o resistir a los desafíos y la adversidad, lo que depende de las características psicológicas del individuo. Frente a eventos traumáticos la mente es capaz de asumir el trauma, adaptarse a su nueva condición y salir adelante con la menor carga de estrés.
Debo de aclarar que no quiere decir que las personas psicológicamente resilientes no sientan o evadan las emociones, al contrario, saben gestionarlas y aprovecharlas para salir adelante buscando las mejores opciones.
Es una práctica que se puede fomentar y fort
alecer, los años, la experiencia y la práctica de ciertas herramientas como la inteligencia emocional, la asertividad y la autocompasión pueden ayudarnos a fomentar este tipo de resiliencia.
Y se tiene la resiliencia Emocional, se refiere a la capacidad para conectar, comprender y organizar los sentimientos en un contexto de trauma, crisis, problemas o estrés. Controlar las alteraciones del ánimo que se producen frente al hecho traumático u hostil es crucial para hacer frente a los problemas y gestionar soluciones.
Esta habilidad puede cultivarse desde la infancia gracias a la correcta enseñanza de gestión emocional y brindando al individuo herramientas de inteligencia emocional.
En resumen, la resiliencia puede ayudarte a protegerte de diferentes afecciones de salud mental, como la depresión y la ansiedad. La resiliencia también puede ayudar a compensar los factores que incrementan el riesgo de presentar trastornos de salud mental, como el acoso o un trauma previo.