Tenía Ana mar dos años con la intensión de contactarme con un compañero suyo de carrera que se había cambiado a vivir aquí después de una gran temporada en Guadalajara, siempre me lo presumía como un gran psicólogo, pero sobre todo un gran ser humano, ellos Ana Mar y Daniel, estudiaron juntos psicología en el ITESO, se conocían bien y se querían como buenos amigos.
Ana Mar busco varias veces reunirnos a los tres para crear un buen equipo de trabajo, unir nuestros talentos, porque los tres tenemos diferentes especialidades dentro de la psicología, Ana Mar es psicocorporal, Daniel en psicología alternativa y yo tanatólogo, era muy buena idea, hacer sinergia y crear programas nuevos o simplemente ser amigos.
Hicimos varios intentos de reunirnos, ahora me entero que también Adriana (hermana de Daniel) tenía la misma intención de reunirnos, invitaciones a café, a la alberca, una reunión en el consultorio, a cenar y nada funciono, alguno de los tres no podía, y se postergaba “para otra ocasión”, y no se trató de que a alguien no le interesaba, simplemente no se pudo, no contábamos con lo que nos tenía preparado el destino.
Hace poco Adriana me llamo para que fuera a visitar a su hermano, porque estaba un poco decaído emocionalmente, a Ana Mar y a Daniel pude cancelar y postergar varias veces nuestro encuentro, por trabajo o por cierto inconveniente, pero los que conocemos a Adriana, sabemos que a ella no se le puede dar un “NO”, ella no acepta esa palabra, así de fácil, ella lo que se propone lo logra, la respeto y estimo muchísimo, así que me aplique a su petición y acordamos día y hora para ir a la clínica a visitarlo.
Por fin se dio el día de conocer al “famoso Daniel”, pocas veces la gente me impacta positivamente en pocos minutos, es más les puedo decir que en cuanto lo salude, nos caímos bien, fue como reencontrar a un gran amigo, me recibió con una gran sonrisa, comenzamos a platicar y se dio una gran afinidad, él tenía muchos días en la clínica internado, casi dos meses, y aún así mostraba una gran sonrisa y una muy buena actitud ante la situación, recuerdo que esa primera sesión al final me dijo: ¿cuánto te debo por la consulta?, y le dije que no podía cobrarle, en primer lugar era mi colega y segundo yo iba a ponerme de acuerdo con Adriana, y me contesto: nada de eso, aún enfermo tengo dignidad y un Ramírez siempre paga lo suyo!, me encantó esa respuesta, él se hacía cargo hasta donde podía de tomar las decisiones en su enfermedad, era un paciente preocupado y ocupado en su salud. Salí y recuerdo que le reclame a Adriana porque no me había presentado antes, es de esos seres humanos que andamos buscando siempre por su gran corazón.
Fueron varias veces, las que fui a visitarlo a la clínica, ahora pienso que fueron MUY pocas veces (……..), o mejor dicho fueron las ocasiones exactas, los encuentros que nos correspondían tener, disfrute esos encuentros, me contagió de su humildad y de su sabiduría, lo bromeaba yo cuando llegaba a la cita y me decía : Ya Octavio ponte en paz, ponte “en modo profesional”, varias veces le dije: es que no puedo Daniel, era como un amigo que tuve en el pasado y ahora me lo encuentro, aprendí mucho de él, su actitud ante la adversidad de una enfermedad, su nobleza , su humildad y sencillez.
Daniel cumplió con su misión de vida y partió de este mundo el 28/ noviembre pasado, muy joven tan solo 39 años, me duele que lo haya conocido tan poco tiempo, pero acepto que así era nuestro coincidir, fue simplemente un placer haber conocido a un gran ser humano, así es la vida, algunas personas las conoces por un largo tiempo y otros por poco, pero todos te dejan una huella emocional, fui a su funeral y había una gran cantidad de familiares y amigos de él, amigos de otras ciudades que vinieron a despedirse de él con mucho amor y agradecidos de su amistad.
De acuerdo a Wikipedia, un obituario es el comentario de una noticia sobre una persona fallecida hace poco tiempo. El obituario intenta dar un recuento del contexto, la trascendencia pública y el significado de la vida del recién fallecido. Me atrevo a decir el obituario de Daniel, con lo poco que lo conocí y con las vivencias de quienes lo conocieron más tiempo:
“Murió una persona que amó y fue amada, por su familia y por sus amigos, siempre admirado por su trabajo como un gran psicólogo, querido por sus pacientes y admirado por nosotros sus colegas, siempre dispuesto a generar un cambio positivo en las personas que lo rodearon, siempre pensando en la unión familiar, dejo un legado de sabiduría y don de gente, esparció amor a todo su alrededor, perdimos a un gran ser humano pero ganamos un gran aprendizaje a su lado, descansa en paz”.
Me quedo agradecido con Ana Mar por su insistencia de conocerlo, con Adriana por mostrarme lo que una hermana puede amar a su hermano, con el Dr. Dagoberto por permitirme conocer su parte humana y profesionalismo como médico, y con la vida misma que facilitaron este encuentro, en una ocasión me dijo Daniel que su papá le enseño una frase: “los ( …..). Cobardes no van a la guerra” (bueno, el Dr Ramirez sabe la palabra correcta en lugar de los cobardes) y él se fue como un guerrero, lucho por su vida, pero al final entendió su momento de partida.
Suelto el dolor y me quedo con un excelente recuerdo de Daniel.
FRASE:
En la vida coincidimos con quien tenemos que coincidir, y en el tiempo que nos corresponde, no antes ni después.