Los tóxicos y los inteligentes

Actualmente vivimos en una sociedad con un alto grado de toxicidad, tan es así que nos hemos acostumbrado a escuchar con exceso este término,  y que a veces no sabemos dónde está el límite. Ahora bien, si hay algo que está claro es que vivimos un momento marcado por la inestabilidad y la incertidumbre,  de todo tipo, emocional, social, económica, seguridad, etc. y todo ello se impregna en muchos de nuestros contextos cotidianos y genera toxicidad en la mente de algunas personas.

 Se dice y estoy totalmente convencido, que la forma en la que manejan las personas inteligentes a las personas tóxicas dice mucho de sus habilidades psicológicas. No se dejan intimidar, saben poner límites y son conscientes del impacto que esas dinámicas desgastantes tienen en la propia salud. Así, uno de los mejores regalos que podemos hacernos es aprender a no repetir el patrón conductual de estas personas. 

 El escenario más común (no el único), donde abunda el comportamiento tóxico es en el trabajo. Sobre todo, en aquellos entornos laborales donde la productividad es la clave. Es ahí donde aparece la desconfianza, la competición, las envidias, la frustración y esos daños personales que atentan a todo el bienestar sistémico de la organización.

Ahora bien, tal y como sabemos, tampoco faltan ese tipo de presencias en el ámbito familiar. Personas que por su personalidad o situación particular despliegan conductas dañinas hacia sus hijos o parejas. En estos últimos casos, el impacto y el desgaste pueden ser mayores porque se les añade un componente emocional, un vínculo de cercanía, el cual puede marcar a varios miembros de la familia de por vida.

Debemos ser objetivos, la forma en que manejan las personas inteligentes a las personas tóxicas responde a una serie de factores. El primero es llegar a la conclusión de que todo comportamiento tóxico carece totalmente de lógica. Entender esto nos ayudará mucho. 

Si estar cerca y escuchar las demandas de una persona tóxica nos produce que experimentamos mayor grado de estrés, ansiedad, agotamiento físico y mental, problemas para concentrarnos y pensar con claridad. En ese momento y desde un principio, debemos de establecer adecuados límites.

 Las personas inteligentes tratan a las personas tóxicas, a través de las siguientes claves:

Las personas inteligentes se orientan más en buscar soluciones que en centrarse en el comportamiento tóxico. Nada de lamentaciones y estar dándole vuelta al asunto, la clave es si lo puedo resolver me concentro y lo ejecuto y si no, lo canalizo a la persona experta., así de fácil, lo entiendo y lo suelto, no me aferro a algo que no está en mis capacidades 

Hay que poner límites lo antes posible, sabemos ya que hay que tener una buena capacidad de respuesta. Sin embargo, ¿qué tipo de acción es la que debemos emprender para frenar el comportamiento tóxico? Bien, lo que debemos saber es que en estos casos no siempre vale la huida o nos es posible poner distancia.

Hay que poner límites, barreras de protección, con un lenguaje claro y respetuoso, me estás molestando, agrediendo, incomodando , tus argumentos carecen de lógica, a la persona en cuestión, y que sus actos tienen consecuencias. Que no todo es permisible, que ciertas conductas duelen y crean malos entornos. Debemos dejarles claro de forma temprana cuáles son nuestras líneas rojas, esas que no vamos a permitir que sobrepasen.

Adecuado control emocional. Hay que ser plenamente conscientes de nuestros estados emocionales. Si experimentamos desgaste o agotamiento psicológico hay que gestionar esa situación. Lo primero, entender que nadie tiene por qué arrebatarnos la alegría o nuestra paz interior. Lo segundo, no dar excesiva relevancia en nuestra vida a quien sencillamente, no se gana su puesto en ella y aparte puede afectar nuestra salud mental.

La empatía cognitiva ante la persona tóxica, siempre será más preferible a la empatía emocional en estos casos. ¿Qué queremos decir con ello? Sencillamente que es muy recomendable ser capaces de entender por lo que puede estar pasando la persona tóxica. Tal vez, tras ese rostro y esas dinámicas agotadoras haya un perfil con una depresión encubierta. Alguien con baja autoestima o con problemas personales.

La empatía cognitiva nos permite comprender realidades ajenas, pero algo MUY importante: sin impregnarnos de sus emociones. Y esto último es sin duda altamente recomendable. Una estrategia que define al modo en que manejan las personas inteligentes a las personas tóxicas.

Cuidan de su salud y bienestar, podemos tener a una o varias personas tóxicas a nuestro alrededor. Podemos incluso manejarlas con efectividad. Sin embargo, hay algo que no hay que perder de vista ni un solo día: la propia salud tanto física como mental. De ahí que debamos dar prioridad a nuestra alimentación, tiempos de descanso y ocio.

Aprender a desconectarnos de tanta mala y negativa información o de personas tóxicas, Se y Queda claro que cuesta bastante trabajo y disciplina, ya que hablamos de personas expertas en sabotear. Además, es mal visto alejarnos de las personas que nos rodean, pero lo social no puede estar primero que tu bienestar, hagámoslo, seamos esas personas inteligentes que saben vivir, también, por encima de estas circunstancias.

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