El proceso de sentirnos queridos por la gente importante para nosotros es a largo plazo muy peligroso porque sin darnos cuenta, dejamos de ser quienes somos, nos olvidamos de nosotros mismos por complacer a los otros.
Existe, para todo ser humano, la natural necesidad de ser aprobado. Desde la infancia, el bebé mide sus acciones dependiendo del estímulo de sus padres y de la aprobación de éstos. Así, el humano va condicionando sus acciones en relación a que los otros le aprueben o no, sus diferentes actividades. Todo esto se basa en que el humano necesita sentirse querido.
Si no se siente querido busca la manera de lograrlo y en muchas ocasiones renuncia a ser como es con tal de conseguir el afecto de los otros. De alguna manera esto le da sentido a su vida. Se vuelve la principal razón de ser.
Si soy querido, soy valioso y por lo tanto existo
Así, el humano se va desarrollando, y a veces tendrá los premios y halagos o atención esperada pero otras veces no… La mayoría de veces, no. Cuando esto sucede, se crea una carencia que, a su vez, seguirá motivándolo a recibir la atención que necesita para sentirse importante, valioso.
Por lo que entonces se tratará de adaptar a lo que sus padres o seres importantes en su vida aprueben que «está bien». Así empezará a traicionarse poco a poco, negando lo que realmente quiere o piensa, de manera que sus papás u otros significativos, «aprueben» o simplemente «no lo regañen».
Aprendemos a ir por la vida, satisfaciendo y complaciendo a los demás, aún yendo en contra de nuestra naturaleza. Pero esto, muchas veces no es conciente. Son mecanismos aprendidos y repetidos desde la infancia, sin darnos cuenta que lo que buscamos es que el Otro nos reconozca y aprecie, para sentirnos vivos. Esto causa dolor y mucho daño. Un daño que va minando nuestra capacidad de estar en el mundo de una manera auténtica y congruente con quién en verdad somos.
Descubrir «quien soy» puede parecer tarea difícil sin embargo indispensable para una vida plena. Vale la pena disfrutar la vida y entre más auténticos, más libres. El valor de cada persona está intrínseco en el hecho de ser, lo demás es pilón. «Valgo porque existo» «Valgo porque Soy».
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